VIOLENCIA RITUAL EN EL CAÑO. ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN DE LOS RESTOS HUMANOS ARTICULADOS Y MARCAS, HALLADOS EN LOS ENTIERROS MÚLTIPLES SIMULTÁNEOS DE EL CAÑO.

 

Julia Mayo: Centro de Investigaciones Arqueológicas del Istmo-Fundación El Caño. Correo electrónico:juliamayo@fundacionelcano.org

 

Jesús Herrerín: Universidad Autónoma de Madrid. Correo electrónico: jesus.herrerin@uam.es

 

 

 

RESUMEN

 

El Caño es una necrópolis de tradición Gran Coclé (700-1000 d.C.) localizada en el Arco Seco de Panamá.  Algunas de sus tumbas contienen entierros múltiples simultáneos. El objetivo de esta investigación es determinar la causa de muerte de las personas enterradas en ellas. Para ello hicimos un análisis osteo-tafonómico de los entierros y analizamos los traumas presentes en los huesos humanos articulados. El estudio reveló indicadores de decapitación, desmembramiento, desollamiento, descarnamiento y descuartizamiento perimortem

 

PALABRAS CLAVE: Sociedades complejas prehispánicas, entierros múltiples simultáneos, violencia ritual.

 

 

ÁREA TEMÁTICA: Arqueología.

 

 

 

1.   INTRODUCCIÓN

 

Entre los años 1930 y 1933, el Museo Peabody de la Universidad de Harvard excavó, en Sitio Conte, Panamá, más de cien tumbas conteniendo individuos de diferente estatus sociales.  Algunos años después, en 1940, el Museo de Antropología de la Universidad de Pensilvania excavó en este mismo lugar algunas más (Hearne y Sharer 1992). Algunas de ellas contenían entierros múltiples simultáneos. En total fueron registradas, según lo publicado, trece tumbas con entierros de este tipo, de las cuales diez tenían dos individuos, y tres más de quince (Lothrop 1937, 1942; Hearne y Sharer 1992; Briggs 1989).

 

A pesar de su importancia para el entendimiento del funcionamiento de las sociedades complejas del área, el significado o motivación de estos entierros no ha sido discutido detenidamente. Samuel Lothrop (1937) entendió que los entierros múltiples simultáneos eran tumbas de individuos de alto rango enterrados con sirvientes y otras personas próximas a él, es decir, entierros de pompa. Más tarde Olga Linares (1977) los interpretó como grupos de guerreros muertos en batallas.  

 

Los conflictos son a menudo la forma de resolver diferencias y una manera de intercambio. Sabemos que las sociedades del istmo en el siglo XV eran muy belicosas (Oviedo y Valdés 1853; Las Casas 1951; Pascual de Andagoya 1865; Gaspar de Espinosa 1864, 1873) y es por esta razón que no dudamos de la posibilidad de que muchos guerreros y sus líderes, en algunos casos, hayan muerto en enfrentamientos. Sin embargo, consideramos que esto es algo que debe ser contrastado con evidencia osteológica. Desafortunadamente, ya es demasiado tarde para determinar cómo murieron las personas enterradas en Sitio Conte ya que sus huesos no fueron guardados.  Sin embargo, el reciente descubrimiento en El Caño de grandes tumbas con entierros similares (Williams 2012; Mayo y Mayo 2013; Mayo et al 2015; Mayo et al 2018 a y b) nos ha permitido examinar los restos óseos humanos para saber cómo murieron. Entendemos que esta es una de las claves para saber si estas tumbas fueron o no entierros de pompa.

 

2.              MARCO TEÓRICO

 

Un entierro múltiple simultáneo consiste, en términos arqueológicos-descriptivos, en un grupo de cuerpos enterrados al mismo tiempo en un mismo lugar.   Algunos de ellos, pero no todos, son entierros de pompa.  No todos lo son porque puede darse el caso del fallecimiento no planificado - de forma accidental o por coincidencia- de determinado número de personas, que son enterradas juntas por haber fallecido al mismo tiempo. ¿Cómo distinguir un entierro de pompa de uno que no lo es? Cabe suponer que, en los entierros de pompa, las muertes de los individuos de estatus más bajo eran planeadas porque mueren para estar en la tumba de un individuo de mayor estatus. Por lo tanto, la tarea principal para distinguir un entierro de pompa de otro que no lo es, es demostrar que las muertes de los acompañantes del individuo de mayor estatus o principal, eran actos organizados. Una de las claves, la cual vamos a analizar aquí, deberíamos poder encontrarla en los restos óseos humanos en forma de marcas o traumas.

 

La bioantropología tiene sus propios marcos teóricos con respecto a los traumas y su origen. Estos no siempre tienen una explicación ritual. Pueden ser producto por ejemplo de actos violentos que lesionan o conducen a la muerte, o deberse a manipulaciones de los huesos postmortem (McAnany 1995; 1996; Chase y Chase 2003; Houston et al. 2003).  

 

La manera de identificar su origen es la forma en que este se presenta.  Las muertes rituales y la manipulación de los cuerpos después de la muerte son, como cualquier otro ritual, prácticas repetitivas y estereotipadas. Por esta razón cabe suponer que las marcas que son producidas en un contexto ritual funerario se encuentren en huesos articulados (sean marcas perimortem) y presenten patrones (Tiesler y Cucina 2006). Los restos que hemos analizado para esta investigación son restos humanos articulados, encontrados en espacios cerrados no perturbados.

 

3.              HIPÓTESIS, OBJETIVO Y MÉTODO

 

El objetivo de la investigación cuyos resultados presentamos aquí es determinar la causa de muerte de los individuos enterrados en los entierros múltiples simultáneos de El Caño. Manejamos tres hipótesis: Hipótesis 1) sus muertes fueron producto de actos rituales, es decir, producto de sacrificios o de suicidios; Hipótesis 2) sus muertes fueron producto de enfrentamiento bélicos; Hipótesis 3) sus muertes fueron producto de algún otro tipo de circunstancia no ritual por determinar.

 

Para lograr nuestro objetivo, realizamos un análisis osteo-tafonómico y de las marcas presentes en los restos humanos articulados de las tumbas T1, T2, T4 y T7 de El Caño.

 

4.              CONTEXTO ARQUEOLÓGICO REGIONAL.

 

El Caño está ubicado en el valle del Río Grande, en las llanuras aluviales de la Bahía de Parita, en el Arco Seco de Panamá (Figura 1). Esta zona es el centro geográfico de desarrollo de la tradición semiótica "Gran Coclé" (Sánchez y Cooke 1997). Su cultura material presenta diferencias tecnológicas y estilísticas locales y de manera sincrónica, lo que significa que, entre el 200 a.C. y el 1500 d.C.., la región estaba habitada por diferentes etnias con lazos genéticos ancestrales (Linares 1977; Cooke y Ranere 1992).

 

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Figura 1. Mapa regional.

 

Un estudio comparativo entre los enterramientos de Azuero y Sitio Conte, y entre los propios enterramientos de Sitio Conte (Briggs 1989), indicó que, hasta el año 700 d.C., todas estas sociedades eran igualitarias, pero que después de esta fecha algunas empezaron a organizarse de forma jerarquizada.  Investigaciones recientes (Mayo et al. 2018 b) sugieren además que las sociedades de El Caño y Sitio Conte eran complejas, pero en diferente medida.

 

5.              INFORMACIÓN ETNOHISTÓRICA E ICONOGRÁFICA SOBRE VIOLENCIA RITUAL.

 

Dos documentos hacen referencia a muertes rituales (“sacrificios” y suicidios) en la región central del istmo en el siglo XVI: Historia General y Natural de las Indias, Islas y Tierra-Firme del Mar Océano escrito por Gonzalo Fernández de Oviedo (1853) y una carta escrita por Gaspar de Espinosa a los reyes de España (Jopling 1993).

 

Con respecto a la información inferida de la iconografía, hemos identificado, en artefactos de El Caño, representaciones de episodios de violencia ritual. Tres de ellos son esculturas de piedra halladas a tan solo cincuenta metros de la zona de la necrópolis en la que hemos encontrado las grandes tumbas con entierros múltiples simultáneos (Área 1). Una de ellas representa a un felino que ataca a una persona, la segunda es un varón decapitado y atado a una columna y la tercera es un altar de piedra decorado con cabezas humanas a lo largo del borde. 

 

Además de las esculturas dos artefactos, un pendiente y una figura, hallados entre los ajuares funerarios de los individuos principales de las tumbas T4 y T6, representan actos de violencia ritual: dos figuras humanas ataviadas ritualmente, la primera se automutila arrancándose un ojo y la segunda ofrenda un infante para el sacrificio (Guinea 2018).

 

6.              LA NECRÓPOLIS DE EL CAÑO.

 

El Caño contiene restos de tres fases diferentes del Período Cerámico Tardío, las fases A y B ([700- 1000 EC] y la fase D [1400- 1500 EC]). El periodo que estamos investigando actualmente son las dos primeras fases de este período.

 

Durante la primera fase fue construida una necrópolis usando para ello piedra y madera. Esta tenía un área ceremonial, de la que hoy son solamente visibles dos alineamientos de columnas de basalto, un grupo de esculturas y una calzada de cantos rodados. Recientes excavaciones (en proceso) han puesto en evidencia un gran número de huellas de postes (Figura 2).

 

Colindante al área ceremonial el lugar se localizó un cementerio. Este está organizado en al menos dos sectores, uno destinado al entierro de personas de bajo estatus (Área 2) (Lleras y Barillas 1985) y el otro al entierro de personas de alto estatus (Área 1) (Mayo y Mayo 2013; Mayo et al. 2015; Mayo et al. 2018 a y b). 

 

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Figura 2. Estructuras del recinto funerario y áreas de excavación (Plano Carlos Mayo).

 

Los entierros múltiples simultáneos que presentamos en esta investigación se encuentran en el Área 1. La cerámica de las Áreas 1 y 2 y las halladas en el área ceremonial son del Período Cerámico Tardío A y B, lo que indica que se trata de una misma ocupación.

 

7.              LAS TUMBAS.

 

Hemos operado en el Área 1 durante los últimos diez años. Esta contiene tumbas del Período Cerámico Tardío A (tumbas T5 y T6) y Período Cerámico Tardío B (tumbas T1, T2, T4, T7 y T8) (Figura 3).

 

Las tumbas del Período Cerámico Tardío A fueron parcialmente destruidas por la excavación de las fosas de las tumbas del Período Cerámico Tardío B. Lo mismo ocurrió con una de las tumbas del Período Cerámico Tardío B, la T8. Por esta razón, sólo hemos usado los datos de las tumbas T1, T2, T4 y T7.

 

La Tumba T1 contiene un enterramiento múltiple simultáneo de ocho individuos, seis de ellos adultos -un varón, dos posiblemente mujeres y tres individuos de sexo indefinido-, y dos sub-adultos.  Uno de los adultos, de sexo indeterminado, fue enterrado con un rico ajuar funerario y símbolos de alto estatus (pectorales, brazaletes y cinturón de oro). Uno de los sub-adultos fue enterrado con en un par de brazaletes de oro.

 

 

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Figura 3. Plano con las tumbas del Área 1 (Plano Miguel Ángel Hervás y Julia Mayo).

 

 

Además del entierro, la fosa contenía dos ofrendas con bloques de sedimentos interpuestos, las cuales interpretamos como ofrendas liminales (Mayo et al. 2018 a).

 

La Tumba T2 contiene tres entierros múltiples simultáneos en tres plataformas localizadas a diferentes niveles.  En la primera fueron enterrados cinco individuos, tres en la segunda y diecinueve en la tercera. El individuo con el ajuar funerario más rico, un varón adulto, fue ubicado en el tercer nivel, ocupando el centro del grupo.

 

En la mitad del segundo nivel fue enterrado un individuo de sexo indeterminado.  Su ajuar funerario no era tan rico como el principal enterrado en el tercer nivel, pero llevaba puestos símbolos de alto estatus, un pectoral y dos brazaletes de oro, entre otros artefactos. Dos individuos lo acompañaron a derecha e izquierda.

 

En la plataforma superior fueron enterrados cinco individuos. Los artefactos asociados a ellos son sencillos y muy similares a los de los otros ocupantes de la tumba.

 

Sobre el enterramiento se encontraron tres ofrendas claramente diferenciadas cronológicamente por la interposición de bloques de sedimentos.

 

La tumba T4 contiene un entierro múltiple simultáneo con 31 o 32 individuos, 19 varones, 3 mujeres, 3 subadultos y 7 adultos de sexo indefinido. Se recuperaron dos cuerpos sin cabeza y dos cabezas.

 

Uno de los individuos fue enterrado con un gran número de artefactos incluyendo símbolos de alto estatus.  Su cuerpo estaba situado en el lado sur de la fosa, junto a la pared. Esta es la única tumba de El Caño en la que la persona de mayor estatus no fue enterrada en el centro del grupo.

 

Del otro lado de la fosa, al noroeste, se recuperó la cabeza de un varón adulto articulada a algunas vértebras cervicales. Tenía un aro en la nariz y un collar de cuentas de oro que representaba plumas. Este fue cuidadosamente doblado y colocado cerca de su cuello.

 

El centro del entierro estaba ocupado por un individuo con un colgante de oro y un segundo colgante elaborado con resina y fundas de oro.

 

En el bloque de sedimento que cubría los esqueletos se encontró una ofrenda con dos efigies de rayas marinas, entre otras cerámicas.

 

La Tumba T7 contiene también un entierro múltiple simultáneo, y como también hemos visto en el caso de la tumba T4, hemos observado indicios de que algunos cuerpos fueron manipulados antes de ser enterrados.  Registramos un total de 41 huesos humanos articulados (individuos completos, individuos a los que les faltan partes de cuerpos, extremidades y cabezas), 20 de los cuales son varones, 6 mujeres y 15 sub-adultos. Estimamos que esta tumba contiene un número mínimo de 28 individuos y un número máximo de 41.

 

En el centro del entierro, fueron colocados dos individuos con ricos ajuares funerarios. Uno de ellos era un sub-adulto y el otro un varón adulto. El subadulto fue colocado al lado derecho del adulto.

 

Una segunda fosa excavada en los bloques de sedimentos que cubrían el entierro, contenía, entre otros artefactos, una ofrenda que consistía en un par de brazaletes, un pectoral de tumbaga y un collar de cuentas esféricas de cera cubiertas con fundas de oro. 

 

8.              RESULTADOS

 

8.1           Análisis osteo-tafonómico.

 

Este análisis tiene como objetivo es encontrar una razón a la presencia de esqueletos incompletos en las tumbas T4 y T7. Para ello tomamos nota de los huesos presentes[1] y comparamos los resultados de las cuatro tumbas.

 

En las tumbas T1 y T2, los huesos están presentes en un porcentaje igual o superior al 50%, en algunos casos igual al 90%, y los huesos que están siempre presentes son los cráneos, dientes y fémures (Gráfica 1-4).  Cuando no lo están, es porque no fueron excavados (como en el caso del individuo I7 en la plataforma superior de la tumba T2), o porque fueron cortados por una excavación previa de la fosa de otra tumba (como en el caso de los individuos I1 y I8 en la tumba T1). Los huesos que aparecen en menor cantidad, como era de esperar, son los más frágiles como las costillas, los huesos de las manos y los pies, las clavículas, el esternón y las escápulas. Esto significa que el tamaño, la robustez, la morfología y la densidad de los huesos son variables directamente relacionadas con su conservación.

 

Los restos óseos estaban, en todos los casos en muy mal estado de conservación.  Sin embargo, hemos observado diferencias en este sentido, entre los entierros cuando estos están localizados a diferentes profundidades. Un caso claro es la tumba T2. En ella existen importantes variaciones, en términos de conservación, entre los tres enterramientos ubicados en los niveles superior (preservados en un promedio de 32%), intermedio (63%) e inferior (72%). Esto se debe probablemente a que los cuerpos depositados en el tercer nivel, a mayor profundidad, fueron sepultados más rápidamente, por colmatación natural, que los enterrados en los niveles superiores y la humedad constante. Por lo tanto, otra variable que juega un papel importante en la conservación de los huesos es la ubicación de los cuerpos.

 

Los restos humanos de las tumbas T4 y T7 estaban localizados a la misma profundidad y en un ambiente igual al de la tumba T1 y el tercer nivel de la tumba T2, por lo que cabía esperar encontrar en ellas los mismos tipos de huesos o al menos los más resistentes al paso del tiempo, es decir, los fémures y los cráneos.  Sin embargo, este no es el caso. En la tumba T4, de los 32 huesos humanos articulados, el 87% de ellos (28 casos) presentan cráneos y fémures, pero hay otros restos articulados que no tienen fémures (I22), o no tienen cráneo (I23) o son sólo cráneos (I9). Además, un individuo decapitado (I1) fue enterrado con una cabeza, no sabemos si es la suya o no, cerca de su cuello. En la tumba T7 la presencia de cuerpos incompletos es más evidente. Esta tumba tenía 41 huesos humanos articulados, y de ellos sólo el 19% (8 casos) tienen cráneos y alguno de los huesos de las extremidades superiores e inferiores. Sin embargo, seis restos humanos no presentan al menos uno de los fémures (I2, I11, I16, I37, I40 y I42), seis no tienen cráneos (I14, I15, I25, I27, I28 y I36), dos no tienen fémur ni cráneo (I33 y I44) y algunos sólo son segmentos de cuerpos aislados, sin continuidad con otros restos en posición anatómica (I20, I13, I45, I46 y I47).

 

El estudio de los restos óseos in situ y en el laboratorio indica que en las tumbas T4 y T7 se enterraban individuos completos y también incompletos, y que la causa de la carencia de los huesos no es producto únicamente de procesos tafonómicos naturales. Esta interpretación se ve reforzada por el hecho de que algunos de los individuos incompletos fueron enterrados cerca de las paredes de la fosa, donde no hay espacio suficiente para cuerpos completos.

 

La presencia de cuerpos incompletos, el mal estado de conservación general y la falta de material orgánico necesario para realizar el análisis de ADNmit y así poder identificar la identidad de cada uno de los restos humanos, nos impide saber cuántos individuos exactamente fueron enterrados en ellas. Para resolver este problema, hemos calculado el número mínimo y máximo de individuos para establecer un rango.  Los cráneos fueron los huesos usados para estimar el número mínimo de individuos, por ser las piezas óseas que mejor se han preservado. El límite máximo en el rango es el número total de huesos humanos articulados. Teniendo esto en cuenta, en la tumba T4 fueron enterrados entre 31 y 32 individuos y en la tumba T7 entre 28 y 4

 

 

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Tablas 1-4: Huesos presentes en las tumbas tumba T1, T2, T4 y T7.

 

 

Una vez finalizado el análisis osteo-tafonómico 1) clasificamos los huesos humanos articulados de las tumbas T4 y T7 tratando de identificar patrones y 2) y analizamos sus marcas. Para ello utilizamos el estereomicroscopio Zeuss Stemi 2000C y una leva Axiocam ERc 5s. Una vez identificadas, se observaron seis parámetros: 1) tipo de marca, 2) momento en que fue ocasionada, 3) hueso, 4) parte del hueso, 5) sexo y 6) edad de los individuos. Finalmente, esta información se cotejó con los datos del primer análisis (osteo-tafonómico) para encontrar posibles relaciones.

 

8.1.1. Cuerpos incompletos enterrados en la tumba T4.

 

En esta tumba encontramos un patrón, la decapitación. Este está representado por dos individuos sin cabeza (I1 y I23) y dos cráneos y mandíbulas con dientes, articulados a algunas vértebras cervicales. Una de ellas fue registrada como I9 y colocada junto al borde norte de la fosa, y la otra (sin código), fue colocada cerca del cuello de I1.

 

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Figura 4. Individuos de la tumba T4. (Dibujos: Miguel Ángel Hervás).

 

Todos estos restos procedían de varones adultos. En base a la cantidad y variedad de ajuares funerarios podemos decir que el individuo I1 y la cabeza I9 son los individuos de mayor estatus de esta tumba.

 

8.1.2. Cuerpos incompletos enterrados en la tumba T7.

 

En la tumba T7, los restos humanos articulados fueron clasificados en tres grupos: 1) un primer grupo representado por individuos sin cráneos (I14; I15, I27, I36, I25, I28) y cráneos y mandíbulas articulados a vértebras cervicales (I10, I19, I38); 2) un segundo grupo representado por individuos sin fémures (I2, I11, I16, I37, I40, I42) y restos humanos que son piernas (I13); y finalmente, 3) un tercer grupo que consiste en individuos sin cráneo y fémures (I33 e I44).  Además, también encontramos un brazo y antebrazo articulados (I20) y tres columnas vertebrales (I45, I46 y I47). Estos grupos representan a su vez tres posibles acciones: 1) decapitaciones, 2) desmembramiento de piernas y 3) decapitaciones y desmembramiento de piernas. Algunos individuos fueron desmembrados por el hombro.

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Figura 5. Individuos de la tumba T7. (Dibujos: Miguel Ángel Hervás).

 

La presencia de restos humanos articulados (cabezas aisladas, individuos sin cabeza o sin cabeza y sin piernas, o que conservan solamente conservaban el torso), nos lleva a pensar que los cuerpos fueron manipulados. Para entender esta manipulación, se analizaron las marcas presentes en ellos.

 

8.2. Las marcas.

 

Hemos hallado siete tipos de marcas: 1) marcas de tajo, 2) cortes, 3) marcas de punción, 4) fractura en la bisagra, 5) marca de sección en U con coloración oscura, 6) marca de sección en U, poco profunda y de coloración similar del hueso circundante y 7) cortes simétricos de sección con color oscuro[2].

 

8.2.1. Marcas registradas en restos humanos articulados de la tumba T1 y T2.

 

En la tumba T1 no fueron halladas marcas. En la tumba T2, los individuos I12 e I18 enterrados en el tercer nivel de la tumba presentaron, los dos, una doble fractura perimortem bilateral a la altura del tercio proximal de ambos fémures.

 

8.2.2 Marcas registradas en restos humanos articulados de la tumba T4.

 

En la tumba T4, identificamos grupos de marcas de tajo y cortes en la diáfisis de extremidades izquierdas. Las marcas de tajo fueron localizadas en: 1) fémur izquierdo (I14 y I19), 2) tibia izquierda (I13) y 3) húmero izquierdo (I3). Además, encontramos cortes en: 1) diáfisis del cúbito izquierdo (I4), y 2) en la diáfisis del húmero izquierdo (I7).

 

Además, encontramos grupos de cortes largos y paralelos en dos huesos, uno en un cráneo (I21) y otro en un húmero izquierdo (I7).

 

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Figuras 6 y 7. Cortes en individuos de la T4. (Fotos: Julia Mayo)

 

¿Cuál es la relación entre estas marcas y la falta de huesos, qué actos están detrás de ellas y cuándo ocurrieron? En el caso de los individuos sin cabeza y las cabezas articuladas a las vértebras, no se encontraron marcas que indiquen cómo fueron decapitados.  Las vértebras estaban en muy mal estado de conservación. Manejamos la hipótesis de que la acción detrás de las decapitaciones fue el desmembramiento por el cuello.

 

En cuanto a la motivación detrás de las marcas en los huesos de los miembros izquierdos:

 

- Marcas de marcas de tajo múltiples y cortes simples en la diáfisis de las extremidades izquierdas en individuos (I3, I4, I7, I13, I14 y I29). Estas marcas son el producto de golpe con una herramienta con filo los cuales fueron propinados de forma repetida en el mismo punto.  A tres individuos les falta parte de una extremidad tras haber sido cortada a mitad de hueso (I28, I29 e I30), por lo que estas marcas podrían haber sido hechas para cortar extremidades. Las marcas de corte están muy cerca unas de otras, por lo que creemos que fueron hechas después de las muertes de los individuos.

 

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Figuras 8-10. Tajos en individuos de la T4. (Fotos: Julia Mayo)

 

- Cortes paralelos. El individuo I7 presenta un grupo de cortes paralelos y un corte profundo junto al cóndilo del húmero izquierdo. Su brazo estaba articulado al antebrazo, razón por la cual pensamos que no fueron hechos para desmembrar sino para descarnar. Por su ubicación fueron hechas para cortar el músculo Bíceps brachii.

 

También se encontraron cortes finos largos y paralelos, típicas marcas de desollamiento, en el cráneo de cada I21.

 

En ambos casos las marcas son paralelas y lineales, lo que significa que los individuos no se resistieron por lo que creemos fueron hechas tras morir.

 

- Marcas de tajo en el cráneo. El individuo I28 tiene tres marcas de tajo en su cráneo probablemente hechas perimortem.

 

8.2.3. Marcas registradas en restos humanos articulados de la tumba T7.

 

En esta tumba, dieciséis huesos humanos articulados tienen marcas: 7 varones adultos, 1 mujer y 8 sub-adultos (ver tabla). Las hemos clasificado en cinco grupos: 1) Cortes de cráneo; 2) cortes en fémures que pueden ser: en el cuello, debajo del trocánter o cerca del cóndilo; 3) marcas de tajo y cortes en la diáfisis de los huesos de brazos y piernas; 4) marcas de tajo en cráneos, 5) marcas de tajo y cortes en los huesos del metatarso y 6) cortes en huesos que son articulaciones de miembros (cadera, calcáneo y vértebra).

 

¿Cuál es la relación entre estas marcas y la falta de huesos, qué actos están detrás de ellas y cuándo ocurren? En cuanto a la primera pregunta, todos los huesos de la tumba T7 están completos lo que significan que no fueron descuartizados sino desmembrados. Según el patrón observado anteriormente, los individuos incompletos fueron desmembrados por el cuello, la cintura o el cuello y la cintura. A algunos si les arrancaron los brazos.

 

Los cortes en el calcáneo, cuello, trocánter y cóndilos de fémures indican que, además del desmembramiento, los cuerpos pasaron por otros procesos.  En un principio, pensamos que estas marcas eran el resultado de cortes hechos para facilitar el desmembramiento, pero no es el caso, porque todas estas marcas se encuentran en miembros que no han sido dislocados. Si las marcas no están relacionadas con el desmembramiento, ¿cómo se produjeron? Estos podrían haberse hecho para lo siguiente:

 

- Cortes en el cuello de fémur, trocánter y cóndilos. Los cortes que produjeron marcas de corte en el cuello del fémur cortaron los músculos Sartorius, Ileopsoas y Rectus femoris, cápsula fibrosa y los ligamentos de Coxofemoris. Los cortes que produjeron marcas de corte próximos al trocánter cortaron el músculo, Gluteus maximus; y los cortes que produjeron marcas de corte en el cóndilo, cortaron los músculos Bíceps femoris, Semitendinosus y Semimembranosus. Como estos cortes han aparecido en fémures articulados en caderas o rodillas, dependiendo del caso, creemos que fueron hechos para extraer músculos (descarnar).  Los cortes son paralelos y lineales, lo que significa que los individuos estaban muertos.

 

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Figura 11-13: Cortes en fémures de la T7. (Fotos: Julia Mayo).

 

- Cortes en cráneos. Los grupos de cortes son marcas hechas mientras se avanza en el proceso de estiramiento de la piel y su separación del cráneo, y su orientación es transversal a la dirección de avance del desollamiento. Son paralelos y lineales, lo que significa que los individuos estaban muertos.

 

 

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Figura 14. Cortes de desollamiento. Individuo I22 en T7. (Fotos: Julia Mayo)

 

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Figuras 15. Cortes de desollamiento. Individuo I3 en T7 (Fotos: Julia Mayo)

 

- Cortes en las articulaciones. Fueron hallados dos marcas de cortes en una vértebra hecho durante el corte el músculo Latissimus Dorsi, y también marcas de cortes en un calcáneo, hechas al cortar el tendón de Aquiles. Estas marcas están en huesos que no están separados en su articulación con otros huesos, por lo tanto, no fueron hechas para desmembrar, sino para descarnar.

 

 

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Figuras 16 y 17: Cortes en vértebra y calcáneo. (Fotos: Julia Mayo).

 

 

- Marcas de tajo en cráneo. Son pocas, pero muy significativas, porque tres de ellos fueron encontradas en el cráneo de uno de los dos individuos de mayor estatus de esta tumba, el I7. El análisis del proceso de curación indicó que recibió golpes en la cabeza unos días antes de su muerte.

 

- Marcas de tajo y cortes en diáfisis de huesos. En esta tumba, los huesos con estas marcas no fueron totalmente cortados, están completos y no hay otros individuos, como si hemos visto en la T4, a los que le falte el miembro a mitad de hueso.  Pueden ser producto de un acto violento perimortem sobre el individuo, pero la zona y la tipología de las marcas, nos induce a pensar que son producto de maniobras también de descarnamiento.

 

 

 

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Figura 18: Marcas de tajos en cráneo. (Fotos: Julia Mayo)

 

En cuanto al momento en que fueron hechas estas marcas, todas son perimortem. La mayoría de ellas fueron hechas una vez que los individuos habían fallecido y los cadáveres estaban frescos. Solamente las marcas de tajo, encontradas en el cráneo del I7, muestran una ligera reacción ósea que indica una supervivencia de días.

 

9.              CONCLUSIONES

 

Finalizado el análisis podemos decir que: 1) no se han hallado evidencias de la causa o causas de las muertes de los individuos enterrados en los entierros múltiples simultáneos de El Caño; 2) se ha observado la práctica de la decapitación en la tumba T4 y la decapitación y desmembramiento en la tumba T7, pero no sabemos en qué momento ocurrieron.  Ambas prácticas pudieron haber ocurrido antes o después del fallecimiento de los individuos. De haber ocurrido antes de sus muertes, estas pudieron haberla provocado sin lugar a dudas.

 

Este análisis, sin embargo, nos ha permitido constatar una serie de actuaciones algunas rituales, otras no, las cuales se relacionan a continuación:

 

1)     Golpes en la cabeza en la tumba T7. Violencia perimortem anterior a la muerte del individuo. No nos atrevemos a concluir si es ritual o no porque solo tenemos un caso, pero no descartamos la posibilidad de que haya sido así.

2)     Decapitaciones en la tumba T4 y desmembramientos en la T7. Violencia ritual perimortem. No sabemos si anterior a las muertes o posterior a ellas.

3)     Desollamientos, descuartizamientos y descarnamientos en las tumbas T4 y T7. Violencia ritual perimortem posterior al fallecimiento de los individuos.

 

No se han encontrado marcas o traumas que puedan deberse a enfrentamientos armados, por lo que descartamos nuestra Hipótesis 2[3].

 

Lo presentado aquí ha sido una aproximación preliminar a la motivación o sentido del fenómeno de los entierros múltiples en El Caño. Creemos que, si bien aportan pruebas objetivas de actuaciones sobre los cuerpos, por sí solos, los análisis de huesos humanos no son suficientes para explicar la motivación de estos entierros. Este asunto deberá seguir siendo investigado teniendo en cuenta a futuro 1) las relaciones culturales, étnicas y biológicas entre individuos y 2) la importancia religiosa y simbólica de estas tumbas.

 

Por último, cabe señalar que hemos podido observar una evolución entre los entierros de las tumbas más antiguas a las más modernas con un claro predominio de la violencia ritual perimortem en los rituales funerarios de estas últimas, y traumas en los individuos de alto estatus de las tumbas T4 y T7, cuya explicación deberá analizarse con cuidado en futuros estudios.

 

Agradecimientos: Esta investigación se ha realizado en el marco del Convenio Bipartito de Cooperación Cultural para el Desarrollo del Proyecto de Excavación Arqueológica No. 003-2015 y el Convenio Cultural No. 002-16, suscrito entre el Instituto Nacional de Cultura (INAC) y la Fundación El Caño (FEC). También ha sido parcialmente apoyado por la Secretaría Nacional de Ciencia y Tecnología (SENACYT) (Contrato de Mérito Nº80-2014-4-COL12-005) y por el Ministerio de Economía y Competitividad de España (Proyecto RTIN2014-52010-R).

 

 

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[1] Los huesos registrados fueron: cráneo, vértebras, costillas, omóplatos, húmero derecho, húmero izquierdo, cúbito derecho, cúbito izquierdo, radio derecho, radio izquierdo, fémur derecho, fémur izquierdo, tibia derecha, tibia izquierda, peroné derecho, peroné izquierdo, huesos de la mano derecha, huesos de la mano izquierda, huesos del pie derecho y huesos del pie izquierdo.

[2] Con el fin de identificar las marcas realizadas por el equipo de excavación, realizamos una prueba experimental utilizando huesos arqueológicos y las cuatro herramientas que usamos en las excavaciones. Finalizada la prueba descartaron las marcas con sección en "U" y coloración oscura y las marcas de la sección "U" con una coloración similar a la del hueso circundante, porque son trazas de venas o tendones.

 

[3] Consideramos que el único trauma que pudo haber sido o ritual son los golpes en la cabeza del I7 en la tumba T7.