La cultura Totonaca se desarrolló en Mesoamérica, en el área de Panpantla, provincia de Veracruz (México) durante el Período Clásico y el Postclásico Temprano.
Su centro principal fue la ciudad de El Tajín, un centro ceremonial con una población urbana en la parte central que se calcula en torno a los 20-25.000 habitantes. Se piensa que desarrollaron relaciones tributarias con los pueblos vecinos, basadas más en un control ideológico que militar. Realizaron grandes construcciones, sobre todo, juegos de pelota, pero también, templos, pirámides y observatorios astronómicos y meteorológicos desde los que organizaban su calendario.
Los totonacas elaboraron una cerámica variada caracterizada por figurillas manufacturadas en barro en las que se suelen representar mujeres vestidas, con faldas, tocados, ricas vestimentas y adornadas con collares y orejeras. Hay que resaltar la utilización de betún negro o chapapote con el que cubrían algunas partes de las figuras como los ojos, la boca, orejeras... y el maquillaje facial o corporal a base de diseños geométricos y simbólicos que podemos encontrar, por ejemplo, en sus famosas caritas sonrientes.
Una de las manifestaciones
artísticas más importante de cultura totonaca es la escultura
en piedra, en las que destacan tres formas: yugos, hachas y palmas que parecen
estar relacionados con el ritual del juego de pelota.