Podemos definir una clasificación como la colocación sistemática de artefactos o rasgos en grupos, de acuerdo a un criterio específico. La clasificación es un método para transformar la inmanejable masa de individuos, que forman básicamente el registro arqueológico, en un cuerpo coherente de información. Una clasificación agrupa a los artefactos y rasgos en clases o tipos, inicialmente indefinidos, de tal manera que los individuos de una clase están, en algún sentido, próximos entre si; y distantes de los miembros de otras clases. Una clase o tipo no es una división arbitraria del material, se requieren dos ideas básicas: cohesión interna (los miembros de una clase deben parecerse) y diferenciación externa (los miembros de una clase deben ser diferentes de los de las otras clases).
Cuando clasificamos nuestra colección hay tres posibles estrategias de búsqueda:
1) Observar el conjunto del material y poner juntas las piezas que más se parezcan. Primero se forma un par, después un segundo, o el primer par se amplia, un tercero y se van construyendo agrupaciones hacia arriba hasta que nos parece tener un numero adecuado de tipos. Esta estrategia es aglomerativa y las clases, o tipos, a los que llegamos son naturales o politéticas porque su miembros son similares (nos hemos fijado en todo el conjunto de atributos del objeto para clasificarlo).
2) Observar el conjunto del material y destacar el atributo que muestra una variación mas clara. La colección se divide en dos por este criterio. Cada uno de los grupos se vuelve a observar y se divide en dos en base a otro criterio diagnóstico. El proceso continua hasta alcanzar un número adecuado de tipos. Esta es una estrategia divisiva y las clases a las que llegamos son artificiales o monotéticas porque han sido definidas porque sus miembros poseen unos atributos dados (en cada división solo hemos tenido en cuenta un atributo).
3) Observar detenidamente el conjunto de la muestra y destacar un número, digamos cinco o diez, artefactos-tipo de forma provisional. Luego, comparar el resto de los artefactos de la muestra con cada uno de estos y ponerlos en el grupo más similar. Cada grupo se vuelve a observar y, si es necesario, se cambia el artetacto-tipo por otro más representativo. Hecho esto, puede ser necesario intercambiar unidades de cada grupo para conseguir tipos más estables. Esta estrategia se llama de recolocación y las dos anteriores pueden combinarse con esta.