1.0 Características ecológicas del "Arco Seco"  de Panamá.
Como hemos visto, la región central llamada "Gran Coclé" está situada entre las regiones culturales de "Gran Chiriquí"  al Oeste y "Gran Darién" en el sector oriental.  Este área presenta una serie de características culturales y ecológicas distintas a las áreas colindantes.  Mientras que en  las tierras altas de la Cordillera Central las precipitaciones pueden alcanzar niveles de  7.000 mm anuales, tan sólo 50 km al sur, en las llanuras costeras las precipitaciones llegan a los 1.000 mm anuales constituyéndose como la región más seca del país (fig. 3).  A pesar de ello, es en esta zona seca donde se encuentran localizados los asentamientos humanos más tempranos del istmo, sin contar los hallazgos esporádicos y fuera de contexto de puntas paleoindias y/o  arcaicas en el interior.  Uno de los motivos de la proliferación de estos asentamientos tempranos a lo  largo del litoral pacífico es la presencia de los afloramientos marinos de nutrientes, "upwelling" (afloramiento), que brindan de manera estacional una gran abundancia de peces, y a la explotación de estuarios y lagunas costeras próxima a las desembocaduras de los grandes ríos que cursan las llanuras coclesanas. Es en esta área,  llamada "Arco Seco de Panamá", donde las variaciones estacionales entre los meses de invierno o lluviosos y los meses de verano o secos, están más diferenciados. A nivel geomorfológico es significativa la presencia de llanuras de aluvión del Cuaternario surcadas por   los ríos  Coclé, Grande, Caño, Chico , Santa María y Parita,  que se desbordan e  inundan, durante la estación lluviosa, las llanuras colindantes (Linares 1977) y que proporcionan, al igual que ocurre con el  volcán Barú en Chiriquí, fertilidad  a los suelos de la cuenca.  Gracias a ello será en sus márgenes donde se asienten los primeros agricultores del istmo. La distribución geográfica de la fauna también varía dependiendo del área . En Gran Coclé  son comunes las   zorras (Metachirus), rata espinosa (Hoplomys) y el  poncho (Hydrochaeris). En las tierras  altas abundan las musarañas (Cryptotis), (Microsciurus), ratón campestre (Reithrodontomys), (Peromyscus) y arador (Macrogeomys).  En la península de  Azuero sorprende sin embargo el hecho   de  no tener  corzo (Mazama), tapir (Tapirus) y  Saguinus (Bennett 1968).   Aún así debemos señalar  que las condiciones ambientales y ecológicas han cambiado con el paso del tiempo.  En Panamá se han llevado a cabo estudios de paleoecología en cuatro embalses elegidos a lo largo de  su geografía,  la Yeguada, en la provincia de Veraguas, El Valle, en Coclé, Monte Oscuro, en Panamá Oeste y Cana, en el  Darién a lo que hay que sumar el  análisis de fitolitos del curso bajo del Río Chagres  analizados por Piperno (Piperno 1984; Piperno 1988).  Un ejemplo claro del cambio climático es la presencia de fitolitos de encinas y magnolias, en la laguna de la Yeguada (650 msnm) hacia el 12.000 y 9.000 a.C que indica que para entonces la temperatura anual era cinco grados más baja dado que hoy ambas especies  viven en la misma cordillera pero a más de 1.500 msnm.(Cooke 1998b). Sin duda alguna, el hombre ha participado en el cambio climático y en los cambios del paisaje desde épocas muy tempranas, probablemente desde el mismo momento de su llegada al  istmo, durante el Paleoindio, por el uso de la quema de matorrales para cazar, dado que encontramos pruebas de quemas sistemáticas en la laguna de La Yeguada  a partir del 9.500 a.C, que no se corresponden con la época agrícola   (Cooke 1998b).  La presencia de restos de venado (Odocoileus) en Sitio Sierra, una animal sabanero por excelencia, indica que hacia el 250 a.C el paisaje de esta zona era parecido al actual (Cooke 1975).  El  paisaje actual es diferente dependiendo de la altitud y  la proximidad al mar.  Es característica la vieja floresta madura y la vieja floresta de las tierras altas, poco  afectadas desde el Paleoindio, así como  el monte bajo no deciduoso, resistente al fuego y la sequía, representado por especies como el chumico (Curatella americana), el nance (Byrsonima crasifolia),el marañón (Anacardium occidentale), el malagueto (Xylopia spp) , la cigua (Nectandra spp) y la faragua (Hyparrhenea rufa).   Todos ellos  se encuentran en tierras de suelos muy salinos y secos.   También son comunes los "potreros"[1] con agrupaciones aisladas de árboles y   palmeras que están asociados a terrenos que históricamente han sufrido la remoción por quema para la agricultura y/o el pastoreo.  En aquellas zonas  con los  suelos más pobres se desarrollan las llanuras llenas de hierbas.  Esporádicamente pueden verse los  restos de antiguos bosques de espavé (Anacardium excelsum), y  especies como (Ficus spp), y (Cecropia spp), que hoy aparecen a orillas de los ríos.  También  son comunes la floresta en  galería o  "cercas vivas" formadas por  árboles que en principio son postes de cerca que con el tiempo echan raíces y florecen[2].  Las especies son el carate (Bursera simaruba), el marañón (Anacardium occidentale), el cacique (Disphysa robinoides) y (Spondias spp.) (Bennett 1968).  A todo ello hay que sumar la introducción recientemente de una serie de especies de origen africano ( Linares 1977).
Indice

[1]En Panamá  se utiliza la palabra "potrero" para designar a las llanuras dedicadas al pasto de ganado vacuno y equino.
[2]Estas cercas reducen la destrucción del comején,   que resultaría si se usara madera seca y forman el paisaje más característico del "interior de Panamá", junto con los potreros donde pasta el ganado.
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