2.0.2  El Cerámico
El Cerámico temprano.  Continuidad en los sistemas de subsistencia, la aparición de la agricultura y el surgimiento de la cerámica Monagrillo (2.500-200 a.C).
El inicio de esta nueva etapa lo determina la  aparición de la cerámica Monagrillo (fig. 5) hallada en tres sitios en la desembocadura del río Parita, provincia de Herrera y un sitio en la desembocadura del río Santa María (sitio El Zapotal) (Willey y McGimsey 1954), todos ellos  próximos a línea de costa[1].  A ellos  hay que sumar el hallazgo de cerámica Monagrillo en algunos niveles de ciertos abrigos rocosos como Carabelí y Ladrones (Cooke 1979), lo que demuestra la ocupación continua de estas cuevas desde el Horizonte Paleoindio hasta hace aproximadamente 2.500 años (Lobo 1987). Al igual que en el Precerámico Tardío, los asentamientos costeros eran ocupados estacionalmente (Linares 1977). Los artefactos líticos,  así como los  restos botánicos y faunísticos son muy parecidos a los de Cerro Mangote, con la diferencia de la aparición de la cerámica. Durante esta época continúa la transformación del paisaje  dado que con la cerámica,  los grupos humanos empiezan a almacenar una gran cantidad de leña para quemar, lo que se sumaría a la  ?perturbación antropogénica de los bosques regionales? (Cooke 1998) que como hemos visto  se inicia en el Paleoindio.
PERIODO
TIPO FECHAS
VARIEDAD
C.   Temprano Monagrillo 2500-1000 a.C
Hiato Sarigua? Guacamayo? 1000-200 a.C
C.  Medio La Mula 200 a.C-250 d.C
Negro y rojo sobre blanco
Negro y blanco sobre rojo
Tonosí 250-550 d.C
Cubitá Negro sobre rojo (Ciruelo) 550-700 d.C
Negro y rojo sobre blanco (Nance, Guábilo y Cábimo)
Negro y blanco sobre rojo (Caracucho)
C.  Tardío Conte 700-900 d.C
Macaracas 900-1110 d.C
Pica-pica
Higo
Cuipo
Parita Níspero
Anón
Caimito
Yampí
Ortiga
1100-1300 d.C
El Hatillo 1300-1550 d.C
El Hatillo
Espalá
Achiote
Jobo
Figura 5.  Tabla de los estilos cerámicos y variedades de la cerámica de Gran Coclé.
La cerámica Monagrillo.
            Como hemos señalado, se trata del complejo cerámico más antiguo de Panamá, y uno de los más antiguos del continente americano.  Sus cualidades tecnológicas y estilísticas son muy primitiva.  De   pastas  muy crudas, la superficie se presenta al natural con una  total carencia de cualquier tipo de apéndices.  Las formas se restringen a  escudillas o vasijas más profundas sin  cuello; la decoración, poco usual, consiste en zonas pintadas con bandas de color (Willey y McGimsey 1954).  La sencillez y conservadurismo de esta cerámica está en relación  a un modo de vida nómada (Cooke 1999). Según una muestra estudiada del conchero He-5 de Monagrillo, estas vasijas eran fabricadas con arcillas locales (Cooke 1998b).  Esta cerámica, si bien pudo haber sido  influenciada por conceptos tecnológicos foráneos, representa una manifestación  autóctona cuyo desarrollo fue bastante prolongado, dado que aparece en algunos abrigos rocosos hasta fechas como hemos visto muy tardías (Cooke 1995).
El Hiato
Tras la cerámica Monagrillo hasta la aparición de la cerámica La Mula hay un período de tiempo en el que la secuencia cerámica se interrumpe, período que coincide justamente con la aparición de la agricultura en las tierras bajas de la región de Gran Coclé. Es muy difícil determinar exactamente en qué momento  el Complejo Monagrillo adquiere apéndices y decoración incisa.  Es probable que la cerámica desarrollada a continuación de Monagrillo sea semejante a los ejemplos de la muestra  recuperados en las capas superficiales de la Cueva de los Ladrones   que presentan decoración incisa.  Esta cerámica  fue descrita y nombrada como Complejo Sarigua por  Willey y McGimsey (Willey y McGimsey 1954).  Se ha apuntado también  la posibilidad de que las vasijas caliciformes, conocidas en la literatura panameña como ?Guacamayo?, que presentan un bisel que recorre la panza de la vasija  y una base plana, sea en realidad una cerámica de tipo ritual, coetánea con parte de la tradición Monagrillo (Cooke 1979; Isaza 1993).  Estas vasijas, con decoración escarificada , se han localizado en varias tumbas de cámara lateral en el cerro Guacamayo (Harte 1966), en El Limón (Stirling y Stirling 1964  lám.27) y Cerro Largo, cerca de Santiago de Veráguas (Biese 1967; Sánchez 1995).
            Este  hiato puede deberse a un cambio a nivel cultural, dado que coincide con una transición entre dos sistemas de subsistencia distintos.  El resultado inmediato sería un  descenso de la  población provocada por  la pérdida parcial de dominio de las habilidades de recolección, caza y pesca , sin haber ganado plenamente las técnicas relacionadas con las tareas agrícolas.  Este descenso de la población podría haberse suplido  con la entrada de grupos humanos foráneos , introductores de  la agricultura definitivamente en Panamá (Jaén 1981). Es probable que la explicación no sea tan simple, sino que haya una conjunción de factores que hayan incidido negativamente a un tiempo.  El hecho de que algunos abrigos rocosos como Carabelí hayan sido ocupados esporádicamente hasta el 500 d.C. indica que hasta entonces el esquema estacional propuesto por Linares se sigue produciendo. El hallazgo de restos arqueofaunísticos ?exóticos? como ranas y lagartijas, que no suelen encontrarse comúnmente en los registros arqueológicos del istmo, y que aparecen en cantidades considerables en Sitio Sierra , podrían haber sido  incluidos en la dieta durante este período para paliar la crisis alimenticia.  Esta época pudo haber coincidido también con desequilibrios climáticos, como el fenómeno de El Niño[2] o con alguna epidemia con efectos devastadores. A todo ello hay que sumar el hecho de que se trata de  yacimientos difíciles de localizar dado que estamos hablando de poblaciones pequeñas que se desplazan constantemente (Linares 1978).
Indice

[1]Recientemente se ha encontrado cerámica Monagrillo en la vertiente del Caribe (Griggs 1998)
[2]Durante  el fenómeno climatológico de El Niño se reduce el fenómeno de afloramiento característico de la costa del Golfo de Panamá  (Jackson 1999:43).
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