Sacrificados

 

FUNCIÓN DE LOS SACRIFICADOS EN LA FIESTA DE CUAHUITLEUA:


Como hemos venido diciendo, Cuahuitleua es una fiesta dedicada tanto al dios Tlaloc como a sus dioses afines, los Tlaloques y su hermana Chalchiuhtlicue, aunque según el Códice Florentino (1979: 1,57r) también podía dirigirse al dios Quetzalcoatl.

En esta fiesta como en las demás, el sacrificio a los dioses era de suma importancia, sin embargo en esta fiesta los sacrificados eran niños. De nuevo es el Códice Florentino el que nos remite a esta información hablando de que se sacrificaban prisioneros de guerra y “cautivos” además de niños. Todos estos sacrificios respondían al rito de propiciación de la llegada de las lluvias y del agua en general. Por otro lado los sacrificados representaban a los Tlaloques y por ello se les adornaba como a estos dioses utilizando objetos como plumas o papel.

Pero antes de hablar de los adornos tenemos que hablar de cómo se trataba a los sacrificados en esta fiesta, la información sobre el tema aparece descrita en los Primeros Memoriales (1974: 21-22) y en los Ritos y fiestas de los antiguos mexicanos (1980: cap. LXXXVI), de Fray Diego de Durán, casi en su totalidad.

La fiesta de Cuahuitleua constaba de dos días o dos momentos de ceremonia diferentes, cada uno de ellos con sus sacrificios. En un primer sacrificio los niños eran llevados por los sacerdotes hasta un cerro que se encontraba en la sierra de Tlacpopan y que Fray Diego Durán (1967) situaba en la montaña de Tlaxcala. Los niños eran adornados con papel de amate de color azul que goteaba hule y según el propio Duran (1980) eran llevados en mantas de modo que no estuvieran a la vista del público.

Una vez en el monte, había un patio específico para este sacrificio en el que se encontraban las figuras del dios Tlaloc y los Tlaloques pero después de llegar a ese lugar las fuentes no coinciden en lo que se le hacía a los chicos. Algunos de los cronistas hablan de que se les desollaba vivos y se extendía su sangre sobre las figuras de los dioses, otros hablan de que se les encerraba en una cueva o lugar obscuro hasta su muerte. No obstante es posible que se realizaran las dos cosas, es decir que se sacrificara a algunos y a otros se les encerrara. En Ritos y fiestas de los antiguos mexicanos (1980: 138-139) se dice que se mataba solo a los necesarios para el ritual de la sangre y las estatuas, quizá el resto eran encerrados, aunque esto es una mera interpretación personal ya que el autor no lo dice. Pero lo que si es seguro es que no quedaban libres.

La segunda parte, segundo día o segundo momento de la fiesta era consecuencia del primero, cuando terminaba el sacrificio del monte se enviaba a alguien para que bajara a informar de la correcta realización del mismo. Era en ese momento cuando se realizaba el segundo sacrificio. Se cogía a una niña (o a un niño y una niña según Fray Diego de Durán), que habían sido encerrados en un recinto lejos de los ojos del pueblo, se les llevaba en una canoa hasta una laguna y allí se les degollaba ofreciéndole a la laguna (y por asociación al dios) primero la sangre y luego el cuerpo de los jóvenes sacrificados. Para que este se hundiera se le colocaba algún tipo de peso.

Las edades de las víctimas de estos dos sacrificios rondaban según las fuentes los 4-7 años. Los sacrificados en este segundo momento de la fiesta eran transportados también en una tela y se les vestía completamente de azul con adornos en papel del mismo color.

LA FUNCIÓN DEL PAPEL EN LOS SACRIFICADOS:

Cuando hablamos de adornos de papel en los sacrificados, tenemos que tener en cuenta que todos los sacrificados eran vestidos total o parcialmente con amate.
En el caso de nuestra fiesta tenemos que recordar también que muchas veces los sacrificados eran vestidos a semejanza de los dioses a los que se les sacrificaba. En nuestra fiesta y en base a los documentos con los que hemos tratado, no podemos decir que se vistiera a los sacrificados a semejanza del dios Tlaloc, pero como hemos venido mostrando si que se les decoraba como a los Tlaloques, que eran divinidades secundarias en esta fiesta. Además de esto los sacrificados representaban el papel de estas divinidades dentro del ritual.

Según los Primeros Memoriales (1974: 21) los adornos de papel de estos niños estaban principalmente en la cabeza el nombre de este adorno era Amateteuiitl y en este caso se nos habla de que era de color azul y que goteaba hule. Esta descripción coincide al menos en parte con la que propone la obra de Fray Diego de Durán (1980: 140-143), en la que se habla de una niña que iba totalmente vestida de azul salvo por una guirnalda de cuero rojo en la cabeza; además habla sobre una “lazada” con una borla azul y con plumas, que quizá si fuera de papel.

La autora del libro dedicado al uso del papel en el calendario mexica, Emilia Seemann (1990), identifica en base a lo visto en los Primeros Memoriales otros objetos de los sacrificados realizados en papel, como pueden ser las banderas o estandartes que llevaban algunos de los sacrificados y también los sacerdotes, incluso identifica aquellas mantas en las que dijimos que los sacerdotes transportaban a los sacrificados, como objetos de papel.

También el Códice Florentino nos habla de que algunos de los sacrificados llevaban colocados unos adornos de papel en los brazos como si fueran alas.

FUNCIÓN DEL COLOR EN LOS ADORNOS DE PAPEL:


Ahora bien tan importante, o más, que los adornos eran los colores en los que estos se pintaban. La mayoría del papel con el que se adornaba a los sacrificados era pintado de algún color y este no era elegido al azar, el color era de extrema importancia.

En la obra de Seemann, la autora nos remite a la obra de Fray Bernardino de Sahagún (1975: 98-99) (Historia General de las cosas de Nueva España) para hablarnos del color del atavío de estos niños sacrificados. Sahagún remite a varios colores de los adornos de papel que dependían del lugar en el que se realizara el sacrificio. Así en el monte de Quauhtepetl, cercano a Tlatelolco, el papel era de color encarnado; en Ioaltecatl, cerca de la sierra de Guadalupe, los papeles eran negros con rayas “coloradas”, en Tepetzinco, también cercano a Tlatelolco, utilizaban papeles teñidos de azul, en Poyautla cerca de Tlaxcala el papel era rayado con hule; en Cocotl el papel era mitad “colorado” y mitad “leonado”; en Yianqueme los papeles eran de color “leonado”. De este modo parece que el papel era pintado de uno u otro color dependiendo de la comunidad que realizara el sacrificio.

No obstante en las fuentes que hemos manejado podemos ver la importancia del color azul en esta fiesta. Se hace referencia a este especialmente en los Primeros Memoriales (1974:21) y en Ritos y fiestas de los antiguos mexicanos (1980: 140-143) . En los Primeros Memoriales se dice que el color azul aparecía en las banderas y en los adornos de los sacrificados, además de en las ropas de los sacerdotes o en sus mantas. Por otro lado Fray Diego Durán hace referencia al sacrificio anteriormente apuntado, el de la niña (él considera que en la segunda parte del sacrificio solo se sacrificaba a una niña) vestida totalmente de azul con una guirnalda de “cuero” rojo y una “lazada con una borla azul de plumas”.

No podemos tomarnos estos datos a la ligera, si bien Seemann nos propone una gama amplia de colores según la zona en la que se realizaba el ritual, la elección de estos colores no era algo casual, sino que entraba dentro de una concepción propia de los mismos dentro de los diferentes pueblos del valle de México, así el elegir el color azul tenía unas implicaciones culturales.