> Presenta A R Willians

 

 

A. R. Williams 

National Geographic



En un pasado no muy lejano, las selvas tropicales del corazón de América Central eran consideradas lugares poco prometedores para las excavaciones arqueológicas. Entre los Mayas en el norte y los Incas en el sur, se pensaba que no habría mucho que encontrar, razón por la cual no muchos arqueólogos se molestaron en buscar. Julia Mayo fue una excepción. Su lectura atenta de las crónicas españolas, y extenso examen de lo que los saqueadores, aventureros y algunas excavaciones tempranas habían descubierto en la región central de Panamá la convencieron de que El Caño, más allá de lo que pudiera contener, era un sitio interesante. Lo que ha descubierto allí es simplemente revolucionario, y ha puesto en valor a una región considerada poco digna de atención.


Cuando llegué por primera vez a El Caño en la primavera de 2010, en una misión para escribir una historia para la revista National Geographic (Williams, 2012), Julia Mayo y su equipo ya habían empezado a excavar y llegado a 15 pies de la superficie del sitio. Había encontrado algunas cosas fotogénicas —adornos de piedra y oro para las orejas, un pequeño pectoral de oro, un intrigante colgante tallado en el diente de una cachalote y adornado con fundas de oro— pero sobre todo lo que estaban apareciendo era cerámicas. Montones de ellas. Algunas vasijas enteras y miles de pequeños fragmentos caían en cascada por los costados de la fosa de una gran tumba. Interesante, pero difícil de explicar en una narración que atrajese a los lectores.


Durante dos semanas el fotógrafo David Coventry y yo estuvimos al borde de la excavación viendo cómo las cerámicas y los huesos salían a la luz. Y entonces, de repente, justo antes de que la excavación fuese clausurada ante la inminente llegada de la temporada de lluvias, momento en que Río Grande suele desbordarse e inundar el sitio, empezaron a aparecer dos entierros y una gran cantidad de artefactos de oro. El primer destello vino de un grupo de cuentas tubulares envueltas alrededor de la parte inferior de la pierna de alguien. Luego una línea de

cuentas, probablemente de un cinturón. Grupos de cuentas del tamaño de una semilla que pueden haber tachonado una faja. Un pequeño cascabel. Un par de criaturas con aspecto de langosta. Los brazos cubiertos por láminas de oro de una figura. Dos pectorales con representaciones de calamares. Este fue el inicio de los descubrimientos que harían brillar nuestra historia.


Durante las siguientes temporadas de excavación, a medida que salían a la luz los entierros, Julia comenzó a reconstruir la compleja historia de un cementerio que fue usado y visitado muchas veces, y que sufrió los estragos de repetidas inundaciones. El par de volúmenes que se están publicando ahora son el resultado de ese trabajo. En él se documentan los artefactos y contextos de los entierros. Con descripciones, fotografías, dibujos lineales y tablas de artefactos, es lo más completo que se puede tener en una memoria de proyecto. Afortunadamente, la mayoría de las fotografías son a color, lo que hace que los artefactos cobren vida en sus páginas.


Este “tour-de-force” es todo lo que la arqueología debería ser, un reflejo de la lenta y cuidadosa acumulación de evidencia en interés de la ciencia. A diferencia de otros muchos artefactos que hoy se exhiben en diferentes museos de la región, lo desenterrado en El Caño fue encontrado en su contexto, y registrado con precisión, permitiendo a Julia Mayo y su equipo interpretar la función, el propósito y el simbolismo de cada hallazgo. El nivel de detalle no solo permitirá a los expertos estudiar plenamente este sitio en particular y la sociedad que representa, sino que ayudará en el análisis de artefactos similares que fueron saqueados o excavados sin el debido cuidado en otros lugares. Sólo podemos esperar que a medida que los arqueólogos continúen investigando la prehistoria de esta parte del mundo, sean todos tan diligentes.



Referencia


A. R. Williams  

The Golden Chiefs of Panama

National Geographic 

January 2012

Photographs by David Coventry

 

 


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